viernes, 5 de abril de 2013

Experiencia Hora Punta

     Imagino balazos, sin fuente ni destino, haciendo estallar la histeria de los pasajeros; personas gritando, estrangulándose, rajando los vidrios a golpes. La voz en off llamando a la calma: “Queridos pasajeros, el metro de Santiago S.A. les da la bienvenida al infierno. Desde este momento, el recorrido será suspendido a la espera de la embestida del próximo tren”. Luces y aire acondicionado apagados, y la voz dirigiéndose nuevamente, ahora, con el timbre agudo de un niño: “Buen viaje”.

      Menos mal no ha nacido el psicótico que trasvasije su locura sobre los andenes, menos mal,  porque una historia así sería sólo la coronación de lo que vivimos día a día entre las siete y nueve de la mañana, y las seis y ocho de la tarde; crónica de una histeria anunciada. Los trescientos veintiséis post en reclamos.cl, con temáticas que abordan desde curiosos toqueteos femeninos (lea el siguiente link: www.reclamos.cl/reclamo/2011/nov/metro_de_santiago_toqueteos_femeninos) hasta adultos dañados moralmente por la escasez de ropa en las publicidades, avalan nuestras dudas respecto del objetivo principal al que apunta la empresa: “Entregar un servicio de excelencia a 2.200.000 de pasajeros diarios” (fuente: metrodesantiago.cl/corporativo).

    La señora regordeta que nos aplasta contra el fierro; el hombre que pone sus manos a la altura de la cintura y vuelve las palmas hacia fuera; el porfiado de la ducha una vez por semana; el que se cree rugbista; la señora con el coche; “deje bajar antes de subir como bestias”; son las postales que se repiten día a día, nuestra querida experiencia-hora-punta (E.H.P.), y que pese a los esfuerzos (tanto de la empresa como de los usuarios; ostentando las mejores gestiones empresariales y creyéndonos los más finos de Latinoamérica) no han logrado solucionarse… ¡Y es que parecemos animales!

  Sabemos que Metro S.A. nos brinda valiosas oportunidades de esparcimiento (Bibliometro, galerías de arte, conciertos, descuentos por recargas, etc.), pero lamentablemente la incomodidad de la E.H.P. supera cualquier tipo de beneficio.

    Finalmente, al margen de lo que parece ser una triste realidad, hay una sola cosa de la que podemos estar seguros: la E.H.P. dejó de ser sólo el problema de funcionamiento de una empresa particular. La E.H.P. es ahora, sin quererlo, parte del colectivo urbano, de la cotidianidad santiaguina, de nuestro folclor...

Dibujado por Maca