viernes, 28 de noviembre de 2014

Experimento Álbum Santa Lucía

La ilustración que dibujaron mis hermanas Rosalía y Maca había sido un pedido especial para graficar un cuento que escribí. Sin embargo, después de ver la calidad del experimento, pensé que no tenía sentido que ilustraran para mí, porque esta imagen, por sí misma, encierra una historia mucho más entretenida y potente, y que ellas pueden continuar solas :D





TEXTO A PROPÓSITO DEL PEDIDO

El robo



14 de abril de 1873

La ciudad de Santiago despertó con un rumor que lentamente fue esparciéndose entre sus habitantes. La noche anterior, en dependencias del Museo Histórico Indígena, había culminado la “Primera Exposición Nacional de Fotografía” con un hecho que vino a soslayar el excelente trabajo hecho por sus artistas y organizadores. De la sección Santiago ciudad histórica, se habían sustraído cuarenta y nueve fotografías del artista francés, avecindado en Chile, don Emilio Garreaud. El delito habría sido olvidado, como tantos otros tristes sucesos, de no ser porque aquella colección de fotografías, llamada “Santa Lucía”, había sido un trabajo conjunto del artista francés con el intendente de la capital, don Benjamín Acuña Mc Enna.

jueves, 27 de noviembre de 2014

La imposibilidad

¡Que alguien calle a la guagua por favor! ¿A nadie le importa que llore todas las noches? ¿Soy la única vecina de este edificio que se atreve a decir lo que nadie? –gritó una mujer desde una ventana.

A muchos de los que estábamos despiertos nos pareció que aquella demanda estaba lejos de ser justa. Era cosa de acercarse a las cortinas y corroborar la molestia en las respuestas que se sucedieron instantáneas: “¡Vieja Culiá amargada!”. “¡Maricona!”. “¡No fuiste niña tú también, vieja concha de tu madre!”.

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En los últimos instantes de vigilia, antes de perder la conciencia, pensé en una idea que sería importante para lo que soñaría después: la idea de “falta” como “locura”. Nadie que se precie de una buena salud es capaz de gritar, a las dos y media de la mañana, desde una ventana cualquiera de un edificio, que el llanto de una guagua no es sinónimo de vida, sino todo lo contrario.
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“Una mujer en la calle fuma, no sabe fumar, viste ropas que no sabe vestir, viene un hombre, le pide que vuelva a casa, que no le importa que sean sólo dos, él y ella, que no hace falta llenar el espacio con alguien más, que para eso están los amigos, el perro, los libros, las plantas. Que un día, ya viejos, revisaran su vida, y que en ella no habrán visto baches, porque las buenas historias la soportan una línea de buenos recuerdos, no la gente que falta, ni las personitas que pudieron existir pero que jamás existieron”.
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Abro la ventana y el día se divisa gris. Gris como el vestido largo de la mujer que acabo de soñar. Gris como las cortinas de aquel departamento que distingo dos calles más allá. Gris como el smog que se estanca, como las nubes cuando hay mal tiempo. Gris como la melancolía. Gris como la desesperanza de saber que, por naturaleza, algo que uno quiere mucho nunca podrá ser.